Cuento

El Santo Grial había sido cuidadosamente escondido en la
ciudad de Cochabamba, por fortuna ahora tanto Luz, como Marcelo, contaban con
dos smartphones gemelos. El GPS ahorraría momentos bochornosos de preguntar las
calles y seguir indicaciones incorrectas de personas que aseguran conocerlas.
La primera pista conducía a Narati, una discoteca.
Llegaron al lugar y todos pensaron que se trataba de estudiantes de Slytherin que
se habían escapado de Hogwarts. Marcelo puso cara de pocos amigos cuando oyó
que el ritmo del merengue invadía el lugar. Finalmente Luz Ángela se percató de
que en el techo había un ángel pintado que señalaba directamente hacia la
Catedral de la plaza 14 de septiembre.
Sin perder tiempo ambos subieron al batimóvil que dejaron
estacionado en la puerta de Narati.

-
¡Esta fuera de foco!
-
No importa, ya estás aquí, léelo por ti misma- ambos
sonrieron.
En ese momento, leyeron en voz alta el pergamino que
llevaba en las manos el segundo ángel: “Anugal
Yalala”. Durante largos minutos pensaron que se trataba de antiguo
sánscrito, pero finalmente Luz Ángela se iluminó y dijo: ¡Laguna Alalay!
Por fortuna, el batimóvil era sumergible, así que el
único inconveniente eran las macrófitas. La búsqueda se extendió durante más de
dos horas, pero finalmente ante sus ojos se alzó una gran estatuilla, el tercer
ángel, que esta vez traía consigo un gran cofre.
Marcelo abrió el cofre y encontró una rosa, un Santo
Grial y un viejo pergamino, rápidamente desenrolló el pergamino y leyó las
palabras “Eres tú”.
Y fue así como se descubrió que Jesús tenía hijos, hijos
a los que les dejó como herencia una rosa, un pergamino y un Santo Grial que
contenía su sangre, por lo que si alguien dudaba, bastaría una prueba de ADN.
Los corazones de ambos se agitaban violentamente, en
parte por el descubrimiento y en parte porque era septiembre y los dos estaban
camotes.
Luz Ángela vio como Marcelo se quedaba estupefacto, por
lo que tomó el pergamino, lo leyó nuevamente y dijo: - ¡Dios mìo! ¡Jesús era
churco!
Gracy
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